sábado, 22 de septiembre de 2007

Casos de tortura en centros de rehabilitación (CHAVISTAS ASESINOS)

"A mi hijo lo torturaron"

"Le metieron electricidad, le cortaban la espalda, las sienes. Mi hijo fue torturado en ese Saina, tenía heridas punzopenetrantes. Me lo intentaron estrangular con una sábana, yo lo conseguí y le vi las marcas en el cuello"

El Impulso
Así comienza el relato de Ligia (nombre ficticio), madre de un adolescente internado en el Socioeducativo Pablo Herrera Campins durante cuatro meses. Mientras clama justicia, Ligia también debe lidiar con un esposo maltratador y una familia agresora; sólo se aferra a su fe cristiana. Ella documentó la experiencia de su hijo en un diario, convertido en el único desahogo ante tanta impotencia.

El dolor de las madres es una de las situaciones más desgarradoras del mundo, porque ellas son los únicos seres capaces de sentir como propio el sufrimiento de sus hijos, independientemente de sus faltas o errores. Eso reflejaba en su rostro una madre que decidió compartir su amarga experiencia, vivida antes y después del ingreso de su hijo, de apenas 15 años, al Centro Socioeducativo Pablo Herrera Campins, ubicado en El Manzano, el cual forma parte del Servicio de Atención Integral al Niño y Adolescente (Saina).

Su testimonio es el último de una investigación periodística emprendida por el diario EL IMPULSO, pero, ciertamente, resultó ser el más preocupante, ya que la presunta víctima permaneció por espacio de cuatro meses en la mencionada dependencia y aún le cuesta conciliar el sueño, mientras sus conductas agresivas empeoran con el paso del tiempo.

Cuando su madre, a quien llamaremos Ligia para resguardar su seguridad y la de su hijo -en concordancia con la normativa legal vigente-, recibió a un equipo de reporteros en su casa al oeste de la ciudad, sus manos temblaban al abrir la puerta e invitaba compulsivamente a pasar rápido al interior de la vivienda, por temor a los comentarios de los vecinos.

"No me quiero ni imaginar si alguien los ve aquí", decía con evidente nerviosismo. Una vez adentro, se sentó y con timidez preguntó: "¿Y qué quieren saber?, a lo que se le respondió "queremos saber de Saina". Ella simplemente agachó la cabeza por unos instantes, para luego levantarla con los ojos vidriosos y dio su consentimiento, no sin antes sentenciar: "Yo tengo fe en la justicia divina y en la voluntad de Dios, porque esto no puede continuar".

Terribles recuerdos
Comenzó su relato admitiendo, con su rostro enrojecido, que su hijo no vive con ella por sus problemas de conducta y el rechazo de su padrastro, quien, desde una de las habitaciones, interrumpió la conversación en repetidas ocasiones con fuertes gritos. Él tampoco podía saber de la presencia de los reporteros.
Confesó sentirse atrapada, ya que no puede regresar con su familia materna, allá recibe más maltratos de los soportados en su vida de pareja. Tiene menos de 35 años, pero su semblante refleja las huellas del sufrimiento, encargadas de aumentar su edad a la vista.

-Mi hijo Simón (nombre ficticio) duró cuatro meses en el Socioeducativo del Manzano, porque hicieron caso omiso a mis gestiones para liberarlo y ni los abogados decían nada. Él ingresó por su supuesta participación en el robo de un vehículo y fue detenido por un funcionario que le reconoció. De allí fue a la comisaría para ser trasladado, finalmente, al Manzano.
Cuando llegué a la comisaría, prosiguió con tono de indignación, me dijeron que Simón estaba arrestado y me pidieron 300 mil bolívares para soltarlo, es decir, para no pasarlo a la Fiscalía. Claro, fue trasladado al Manzano, porque, ¿dónde iba a conseguir ese dinero? Y si lo entregaba me seguirían matraqueando. Ni siquiera me dejaron acercarme a él. Supe que durante el traslado, fue golpeado con una grapadora y llegó al centro en la noche, porque los funcionarios le decían que se habían perdido, por eso duraron horas dando vueltas con Simón en el carro. Eso no lo entiendo.

"En esa instancia, él fue maltratado por todos, especialmente por los compañeros. Le metieron electricidad, le cortaban la espalda, las sienes. Mi hijo fue torturado en ese Saina, tenía heridas punzopenetrantes. Yo escribí todo eso en un diario para llevar registro de todo; allá adentro él tuvo que moverse y los internos formaron un grupo para quitarle la ropa o los zapatos a todos los nuevos, pero mi muchacho se negó. Allí lo empezaron a torturar", relató mientras las lágrimas comenzaron a correr por su rostro.

-Simplemente, Simón se negó a participar en eso y por ende, debía soportar un mes de tortura. Si aguantaba esos días, lo dejarían tranquilo, entonces me "lo intentaron estrangular con una sábana, yo lo conseguí y le vi las marcas en el cuello". Sólo me dijo que ellos tenían un juego a allá adentro y "no había pasado la prueba", no me habló más.

"Sobre abusos sexuales no comentó nada. Sin embargo, decidió pedir una revisión médica, porque no aguantaba los maltratos y lo cambiaron a un área de muchachos cristianos, pero no me dieron ningún tipo de informe forense. Cuando me contó eso, yo le metí la mano por la camisa y toqué su espalda... estaba todo lacerado. Mi niño empezó a llorar y le vi las cortadas en el brazo, si no me atrevo a tocarlo, no me enteraría jamás de su sufrimiento. Me advirtió sobre los comentarios. Al parecer, quien habla sufre más".

En otras conversaciones, dijo secando su llanto, me enteré de unos combates que se inician a las siete de la noche, los sacan a pelear. Mi hijo contó que "los guías se ponen capuchas y quien se portaba mal era llevado al patio".

"Si usted me pregunta cómo sobrevivió, yo no le sé responder; todos los días le pedía a Dios mucha humildad ante todo ese maltrato. Ese niño viene de una familia disfuncional, creció con puras agresiones verbales y físicas, las sintió desde los cuatro años. Entonces, ¿qué podíamos esperar de él? Yo le pedí que aprendiera a ser humilde, así no me lo dañarían más".

Drama de visitas

El relato de la señora Ligia también dio cuenta de las dramáticas situaciones que, presuntamente, deben sortear las madres de los adolescentes recluidos en el Socioeducativo.

Con mucha pena, trataba de ocultar su llanto o calmarse para continuar su historia, pero, en algunos instantes, apartaba la mirada para tomar fuerzas y seguir contando la experiencia que marcó a su familia. Mientras tanto, pedía silencio a sus otros niños, a fin de impedirle a los pequeños la ocurrencia de llamar a su papá, situación que resultaría faltal para ella.

-Pasaron los días y Simón estaba desesperado, además yo tenía la ilusión de lograr un traslado a una granja, pero la prioridad de la defensora era sacarlo de ahí, sin importar hacia dónde. Dentro del centro, ellos tenían un comedor y en una celda dormían hasta ocho muchachos; todos en camas de cemento con colchonetas.

"Dormir era muy difícil. Mi hijo dice que los gritos eran fuertes y se escuchaban muchas cosas raras durante la noche, por ejemplo, durante un apagón reciente se escucharon gritos extraños y se quedó dormido como a las tres de la mañana. Su peor temor era pasar a un sitio llamado Control 2, me decía que allí violaban a la gente y los cortaban, también habló sobre los tigritos, unos cuartitos pequeñitos donde no te puedes acostar y los dejaban allí, parados y mojados. Los miembros de una conocida banda duraron en esos tigritos como dos semanas, sólo los sacaban para comer".

La visita, aseguró, era lo más terrible, en especial para las mujeres. Primero, nos tomaban los datos, nos quitaban las bolsas y llamaban a un cuarto, donde teníamos que quitarnos todo, hasta las ligas del cabello. Eran cuatro o cinco madres juntas. Ya desnudas, nos ponían a saltar cinco veces de frente y de espalda, mientras la mujer policía nos sacudía el pelo o nos revisaba la boca con las manos.

"Durante la revisión de la ropa, debíamos permanecer agachadas y esa policía nos tenía que ver así, desnudas, abiertas. Nos vestíamos y nos tomaban los datos otra vez. Te dicen que la visita son dos horas, pero, por la requisa, es como media hora o cuarenta minutos".

Persisten las secuelas
Como madre, la única petición de Ligia es más humanidad para el sistema de atención. Ella cree en la mística de muchos profesionales, quienes podrían tratar a los muchachos como sus propios hijos.

-Ellos son niños y deberían investigar cómo ha sido su vida, por qué actúan así. Los centros no deben colaborar a la destrucción, pero ese Socioeducativo no tiene nada que ver con un lugar de reinserción, es un lugar de maltratos y cosas horribles.

"Ahora, mi hijo tiene más problemas de conducta, su agresividad aumentó y me preocupa, porque aún disfruta de la medida cautelar. La psicóloga me dijo que tenía trastornos biopsicosociales. Otra cosa, le dieron un documento donde lo remiten a una consulta por definición de sexo, una enfermera me advirtió que arreglara eso, pues si lo agarran con ese papel lo iban a tomar como un violador".

Ligia también hizo referencia a las amenazas recibidas por su hijo Simón, confesó estar llena de temores y le prohibió salir de la casa donde vive.

-Hace una semana, llegaron unos hombres con chaquetas negras en una camioneta "machito" blanca, sin ninguna identificación. Lo pusieron contra la pared y le dijeron que se lo iban a llevar, curiosamente sabían su nombre completo. También le gritaban: "Tú no tienes derechos, tú eres un delincuente", en eso salieron mis familiares y se enfrentaron a ellos, los agredieron verbalmente. Días antes, un carro oscuro se la pasaba rondando la casa.

Dolorosa crónica

Con afán de registrar todos los hechos que afectaron a su hijo Simón (nombre ficticio), Ligia (nombre ficticio) comenzó a escribir un diario detallado, el cual se convirtió, con el paso de los meses, en un medio para desahogar el dolor de una familia, aparentemente ignorado por toda una sociedad y sus autoridades.

Fragmentos del Diario:

-Marzo: Este manuscrito se inicia cuando asistí a la Lopna y me entrevisté con una consejera. Llamé a la persona que cuida a mi hijo, me dijo que lo habían detenido y me fuera para la Fiscalía. Hablé con él, luego lo trasladaron a otra Fiscalía, al Cicpc y de allí, para el Manzano. Los funcionarios me dijeron que me presentara con fotocopia de la cédula para la audiencia, con la asignación de una defensora.
A finales del mes, me presenté en la audiencia, me llevaron a la sala donde se le daría curso. La acusación del fiscal fue muy contundente, por eso la juez decidió privarlo de la libertad por varios meses, debido a la acusación y para resguardar su seguridad.

-Abril: Fui a visitarlo. Mi niño, lo vi tan vulnerable, lo abracé y lo besé, se me acostó en las piernas y pude sentir su dolor. Las lágrimas le corrían, acaricié su cabello y canté una canción cristiana; le dije que todo pasaría y prometí que nos iríamos muy lejos, sentí el tiempo muy corto. Mañana me entrevistaré con la abogada.

-Otro día de abril: Fui a visitarlo, entramos tarde y se corría el rumor de un motín entre todas las mujeres presentes. Estaba la Guardia y varias unidades de la policía, no nos daban ninguna explicación. Estábamos desde la mañana, pero nos dejaron entrar a las cuatro y media de la tarde. La mujer policía venía muy enojada por un mal comentario que hice de ella, decidí pedirle disculpas. ¡Ay mi Dios! No tolero las injusticias, siento que debo luchar por los derechos del prójimo, quiero ser una revolucionaria en tu evangelio y en tu amor.

-Otro día de abril: Hoy fui a ver a mi hijo Simón. Está más tranquilo, confiado en el Señor y dispuesto a restaurarse. La trabajadora social me dijo que, de verdad, se le sentían deseos de cambiar, incluso hablamos de un estudio social.

-Otro día de abril: Hoy me llamó Simón, un joven le había prestado el celular y me dijo que le regresara la llamada. Yo lo llamé, pero estaba muy angustiado, se derrumbó, le dije que saldría en menos tiempo y tratara de no desesperarse.

-El día después: A mi hijo lo cambiaron a otro lugar y lo encuentro más delgado. Me contó que otros muchachos hacen una huelga de hambre por un compañero; ese muchacho está muy enfermo, fueron a bañarlo y luego lo dejaron en la camilla pero no puede valerse solo.
Al muchacho lo dejaron para que unos rivales lo "embromaran", cuando él se dio cuenta llamó a los maestros e hicieron caso omiso, se tiró de la camilla y se volvió a fracturar sus huesos, nadie quiso ayudarlo; se arrastró hasta la celda donde estaba mi hijo y les pidió ayuda, ellos estaban encerrados y los cuidadores se "hicieron los locos", entonces empezaron a golpear las rejas. Mi hijo dice que el muchacho tenía mucho dolor, yo le pedí que no se metiera en esas cosas.

-Abril: El miércoles fui a ver a mi hijo. Todo iba bien hasta que salió uno de muchachos ubicados en la zona más violenta diciendo muchas palabras obscenas, uno de los cuidadores trató del calmarlo y luego entró la mamá, él se puso más violento. Los maestros tuvieron que salirse y yo me arrinconé con mi hijo, todo fue horrible hasta sacaron un cuchillo.
Simón quería ir por las cosas que yo le había traído, pero no lo dejé. Él me protegía y yo lo protegía, después uno de ellos desprendió un farol colgado en la puerta y lo iba a lanzar contra el techo para partir el bombillo, mi hijo le gritó que nos podía golpear y nos llevaron a otro lugar. Yo lloraba, abrazada a mi hijo, y él me decía que todo iba a pasar; luego llegó un muchacho y me dijo que me acompañaría a la puerta, pero Simón no se lo permitió.

-Abril: Visité a mi hijo y tenía unas marcas en el cuello, eran signos de estrangulamiento y en el brazo tenía unos rasguños, le pregunté qué había pasado y me contó que los muchachos formaron un grupo y si no se unía a ellos, lo iban a torturar. Creo que ya es hora de hacer algo para sacarlo.

-Mayo: Hoy no pude ver a mi hijo, por varios motivos. He llorado
mucho, pues no es fácil esta situación que estoy viviendo.

-Mayo: Dos hombres fueron a ver a mi hijo para decirle que renunciara a su defensora, porque ella no estaba haciendo nada por él. Él se negó.

-Mayo: Hoy fui a buscar a mi hijo, le dieron medida cautelar; sólo tendrá que presentarse a los tribunales. Mi Dios, nos coloco ante tus pies, que se haga tu voluntad y no la del hombre.


"En Saina los jóvenes se acostumbran a llevar golpes"

Lleno de temores y angustia notoria, un ex-guía del Centro Socioeducativo Pablo Herrera Campins, en El Manzano, aseguró que todas las denuncias de presuntas agresiones a adolescentes son verdaderas y se quedan cortas al describir la terrible realidad del servicio

Agregó que él y su familia también son víctimas de persecuciones y que el maltrato a los muchachos se inicia con su llegada al centro. Decidió contar su historia, porque tiene fe en la institución y atribuyó la responsabilidad del "caos interno" a los actuales directivos de Saina

Pese a las investigaciones efectuadas y los crudos testimonios obtenidos en torno a los presuntos maltratos a jóvenes en las dependencias del Servicio de Atención Integral al Niño y Adolescentes (Saina), la verdad no sólo se encuentra clavada en la memoria y la dignidad supuestamente mutilada de familias completas, sino en las vivencias de quienes día tras día conviven con los muchachos para lograr su reinserción, muchos de los cuales podrían haber desviado su misión para convertirse en los protagonistas de una especie de pesadilla.

Se trata, por supuesto, de los llamados guías quienes, según la versión oficial, poseen un elevado perfil para atender a los niños en situación de riesgo y los adolescentes en conflicto con la ley y son señalados por los declarantes como los victimarios de los peores maltratos, vejaciones e incluso torturas.

Aunque tales versiones no generalizan, un nuevo testigo apareció en la escena para relatar, igual que los presuntos afectados, sus experiencias como trabajador o guía del Centro Socioeducativo Pablo Herrera Campins de El Manzano, todo lo que sabe y todo lo que vio. Contrario a lo que podría esperarse, este trabajador ratificó las denuncias emitidas contra el servicio y para hacerlo debió sobreponerse a un temor que traspasaba sus ojos y dominaba todos sus gestos.

El mencionado ciudadano a quien llamaremos Héctor, exigió el resguardo de su identidad, pues debió esquivar a los vehículos sospechosos que rondan su hogar todos los días para llegar al encuentro del equipo reporteril que le esperaba en un parque del norte barquisimetano.

Llegó vestido de azul y sudando excesivamente, miraba hacia todos lados y dejaba caer documentos de una carpeta con mucha torpeza. "Estoy seguro, me tienen chequeado", decía un poco exaltado. Procedió a sentarse y se le entregó una taza de café, la cual llevaba hacia su boca y devolvía a la mesa sin tomar un sorbo en innumerables ocasiones, como si se tratara de una expresión de nervios.

A pesar de sus temores, no titubeó al contar los episodios que, en su opinión, deben ser investigados con urgencia. Su mirada fue firme y contundente al comenzar su relato aseverando: "El Saina debe ser intervenido por autoridades nacionales, es urgente". Su indignación e impotencia también se evidenciaron en las lágrimas que dejaba rodar al tomar alguna pausa para traer del recuerdo, quizás, las imágenes más penosas.

Todo es cierto
La estadía de Héctor en Socioeducativo no fue fácil para él, ahora, se siente culpable e incluso avergonzado por haber sido obligado a mantener una especie de código de silencio o lealtad hacia sus compañeros, entre quienes, según su versión, figuraban ciudadanos que atentaban contra la integridad personal de los internos y cometían todo tipo de irregularidades.

-A mí nadie me puede venir a decir que esto pasaba antes o que ha pasado siempre. Yo trabajé allá varios años, no te puedo decir en cuál fecha, pero nosotros habíamos conformado un equipo de trabajo muy bueno, muy preparado, nuestro norte era ayudar. Una vez cambiadas las autoridades de Saina comenzaron las irregularidades y todos ellos tienen conocimiento de esas situaciones, absolutamente todos.

"En Saina, es difícil que un trabajador dure más de un año, puesto que los sueldos son muy bajos y, en el caso de El Manzano, corres peligro todo el día. Allá, hay muchos enemigos y no son precisamente los internos, son tus propios compañeros, existe mucha competencia.

Las peleas denunciadas por la gente de los reportajes publicados EL IMPULSO son ciertas, los guías ponen a los muchachos a pelear. Los maltratos comienzan desde que los muchachos ingresan a la institución, yo nunca estuve de acuerdo con este tipo de cosas, pero las amenazas son suficientes para obligarte a callar".

Para mí, señaló con elocuencia, fue maravilloso poder atender a los niños, pero cuando comenzaron los vicios era inútil luchar, porque tras recibir tantos daños el muchacho sale viendo la vida de otra manera y aquellos que podían rescatarse se pierden. El maltrato no es sólo físico, sino emocional; las irregularidades fueron iniciadas por los funcionarios de ingreso, no todos y habían guías participando en los desmanes, incluso suministrando armas blancas, si alguien no entraba en eso se podrían considerar como desleal.

-El cambio de administración fue grave, porque comenzaron a intervenir factores políticos en la contratación de personal, por ende entró gente sin ninguna preparación e incluso exfuncionarios de los cuerpos de seguridad, incluso gente de la Reserva y la Guardia Nacional.

Más denuncias
Las expresiones del rostro del este testigo fueron cambiando del temor a la rabia en la medida en que se adentraban en su relato. Ratificó los testimonios sobre las personas encapuchadas descritas por los adolescentes supuestamente maltratados.

-Sí existen encapuchados, son los guías. En los reportajes de este diario, salieron fotografiados los "tigritos" por su parte externa, me imagino que los reporteros no tuvieron acceso al interior de esa estructura. Esos espacios son cuartitos de un metro de ancho donde encierran a los muchachos y no pueden acostarse, siempre han estado allí...del otro lado del edificio también existen, son aproximadamente diez.

"La Gobernación de Lara ha tenido el afán de mejorar la estructura, porque el movimiento de dinero ha sido grande, pero no hacen nada si no cambian el personal. Antes no existían maltratos de ningún tipo, ahora se pagan millones de bolívares por fugas de adolescentes".

-Durante el día los jóvenes disfrutan de muchas actividades; el problema es en las noches. Eso es una cueva de lobos, se escuchaban demasiados rumores sobre violaciones, sin embargo, era difícil que el afectado te admitiera la situación pues la confianza se gana, no se impone.

"En el Saina los muchachos se acostumbran a llevar golpes y el mayor problema se produce cuando metes a un adolescente que cae por primera vez con uno de alta peligrosidad. Evidentemente, esta situación produce traumas y cambios de carácter en el individuo".

Héctor comentó su preocupación sobre la constante fuga de información sobre los antecedentes de los internos. "Cuando un chamo entra al Socioeducativo, ya el resto sabe por qué entró", dijo resignado y lloroso.

"La mala distribución de los casos y la no división en grupos etáreos causa horrores, usted no puede poner juntos a un violador con un sicario y eso causa violencia. Lo de la electricidad es cierto, a ellos los amarran de las rejas con paños mojados en sus manos y les ponen corriente. Los gritos son horrorosos en la noche, además había muchachos con epilepsia, heridos y con problemas de identidad sexual. Estos últimos debían permanecer aislados por su seguridad".

Hay complicidad interna, pues si uno de los guías conoce faltas debe decirlo, pero si lo hace se manda a matar. Necesitamos un mecanismo jurídico eficiente para denunciar, no hay garantías de seguridad".

Para Héctor, Saina es una muestra de caos interno, al tiempo en que clamó por una recuperación de la institución y por ende, de muchos jóvenes con maravillosas capacidades de aprendizaje, entre el resto del grupo a quienes calificó como "verdaderamente irrecuperables".

Sobre la visita
Como extrabajador del Socioeducativo Pablo Herrera Campins, de El Manzano, Héctor (nombre ficticio) admitió posibles excesos en las requisas aplicadas a los familiares de los internos, sin embargo, reivindicó la necesidad de reforzar la seguridad.

-Es cierto, el procedimiento puede llegar a ser humillante y yo no lo critico. Los padres son los primeros alcahuetas de los muchachos, recuerdo una ocasión en la que conseguimos una señora con un kilo de marihuana en una ropa, por tanto la revisión debe ser minuciosa. Otra vez, se detectó una madre con pastillas de éxtasis en sus partes íntimas, claro esa parte a lo mejor no la cuentan los denunciantes de maltratos.

"Igualmente, sabemos que son duros con las madres no acostumbradas a eso, pero hay otras quienes tienen verdaderos delincuentes allá adentro. Son medidas para proteger, si no hago la revisión y llega una comisión a hacer una requisa habrá consecuencias; yo he visto casos de muchachos con tres meses sin recibir una visita y te dicen llorando que su mamá no lo quiere, eso tampoco es justo", contó golpeando la mesa con el puño.

Ministerio Público abrirá investigación

A raíz de las denuncias contenidas en los reportajes publicados por EL IMPULSO sobre el funcionamiento del Servicio Integral de Atención al Niño y Adolescente (Saina) en Lara, el Ministerio Público abrió una investigación al respecto.

Ayer, fuentes extraoficiales cercanas a la Fiscalía Superior de la entidad informaron que la Fiscal 15 de Protección Integral a la Familia, María de los Ángeles Martínez solicitó la apertura de una investigación, la cual recayó por distribución en la Fiscalía número 20 de Protección Penal Integral a la Familia, a cargo de la fiscal Reina Vidoza.

En los próximos días, se iniciará el procedimiento respectivo al caso y se emitirán las citaciones de rigor.

Indigentes denuncian maltratos y se escapan del centro de rehabilitación Buen Samaritano

El Nuevo Día
El candente sol que la mañana de ayer iluminaba la zona rural de Sotillo, no detuvo a las 26 personas en situación de riesgo que decidieron escapar del "yugo" llamado Centro de Rehabilitación Buen Samaritano, ubicado en el sector La Floresta.

"Ayúdenme, nos están matando, no quiero más golpes", fueron las primeras palabras que expresó con lágrimas en los ojos José Gregorio Blanco, desde el piso de un galpón, adyacente al albergue, donde se lanzó porque el dolor de los golpes marcados en todo su cuerpo, no le permitió avanzar.

A gritos, junto a otro adulto mayor; Alex Franco, Richard Malavé y Lennynger Hurtado pidieron auxilio, argumentando que son maltratados en el centro de rehabilitación por los secuaces del alcalde de Sotillo, Nelson Moreno y el presidente de la Fundación de Misiones Sociales municipal, Edgar Mata.

Indignados los habitantes del sector aledaño, donde se refugiaron los indigentes, observaban las múltiples huellas de quemaduras, golpes, palazos y hasta balas marcadas en la piel de quienes, hasta ayer, estuvieron en el Buen Samaritano "que de bueno no tiene nada”.

"Yo para allá no voy más, porque me van a matar, quiero salirme de esto, pero un golpe más y muero", expresó Lennynger Hurtado, quien aseguró que tenía cerca de un año en la casa de La Floresta - como la conocen- tiempo durante el cual sólo recibió maltrato físico y psicológico.

Reiteró que quiere irse a otro centro de rehabilitación, donde le den atención médica y buen trato.

Robert Elías Hernández, admitiendo que es adicto a las drogas, contó que hace varios meses atrás acudió voluntariamente al centro de rehabilitación con la ilusión de recibir ayuda a fin de reincorporase en la sociedad; pero sus sueños quedaron truncados porque durante su estadía en el albergue no recibió "el mínimo cuidado, ni siquiera un psicólogo".

"Quiero un centro de rehabilitación que realmente me ayude, porque quiero demostrarle a mi familia que sí puedo salir adelante; pero allí no lo pude hacer. Puse todas mis ilusiones allí para nada, todo empeoró", acotó.

Los prófugos narraron que quienes los cuidan son personas violentas, que arremeten en su contra "cada vez que les da la gana", por motivos pocos valederos.

"La palabra allá - en el centro de ayuda- es Amén y Salvación, si tu no la dices te pegan. Entonces qué ayuda es ésa", se preguntó Richard Malave, mientras pedía a las comunidades interferir en su situación.

Observar a indigentes maltratados que huyen de la Casa de la Floresta, como es conocida, es la película que a diario perciben los residentes de la zona rural, quienes le hacen un llamado al defensor del Pueblo, porque "aunque son de la calle, son humanos".

Aseguran que constantemente decenas de jóvenes ensangrentados y golpeados imploran ayuda por las arterias viales de la zona rural.

En la cara
La denuncia de los fugitivos fue corroborada - en parte- al acudir al centro de rehabilitación para conocer la versión de las personas encargadas; pues quienes cuidan el recinto resultan ser más violentos que los pacientes.

Con un "no pueden pasar, por órdenes del alcalde Nelson Moreno", un joven negó a los medios de comunicación el acceso a la Casa de La Floresta.

Más tarde otro hombre, quien se identificó como Jorge Fuentes, agresivamente aseguró que los jóvenes y abuelos reciben buena atención. "Los 26 que se escaparon prefieren estorbar a las personas que pasean por los centros comerciales y calles de la ciudad".

Atacando verbalmente a los periodistas y habitantes del sector cercano al Buen Samaritano, reiteró que el primer mandatario municipal y el presidente de la Fundación de Misiones Sociales Sotillo, ordenaron estrictamente impedir el paso a los medios de comunicación y otras personas ajenas a las instalaciones.

Minutos más tarde, mientras las personas en tratamiento de rehabilitación se asomaban por el alto paredón que los aísla del resto del mundo, otro joven con rostro que mostraba molestia haló a Fuentes y obligó a los internos a dejar de asomarse.

Su versión
Pese a que José Fuentes manifestó que fueron 26 los escapados y que en el centro de rehabilitación sólo hay 130 indigentes, Edgar Mata aseguró que sólo diez personas salieron de las instalaciones, en las cuales "actualmente hay 230 pacientes".

"Lo que pasa es que él dice 130 porque ésa es la cantidad de indigentes que tenemos; pero son 230 porque además tenemos 45 abuelos y el resto son líderes (personas que acuden voluntariamente)", explicó para señalar que la cantidad de internos que tienen en el centro sobrepasa la cifra de los censos (182 hasta marzo), por ello presumen que están atendiendo a personas de otras jurisdicciones y regiones.

Según Mata, los internos decidieron marcharse del Buen Samaritano porque están acostumbrados a la calle, además tuvieron una pelea entre ellos mismos; motín por el cual - aseguró- están golpeados.

"Tenemos que recordar que son personas adictas, que les gusta manipular a la gente, por eso muchas veces hasta ellos mismos se cortan para llamar la atención".

Para el funcionario municipal la fuga de los indigentes "es normal". Argumentó que se escapan porque el albergue no tiene vigilancia represiva, sólo están dos policías municipales que se encargan de resguardar los equipos y alimentos.

Promesas
El presidente de Misiones Sociales informó que la semana entrante inaugurarán una cuadra con capacidad para 300 personas, a fin de dividir a los internos y prestarles atención a las mujeres en situación de calle, quienes actualmente por falta de espacio no reciben ayuda.

Asimismo se comprometió a investigar las denuncias de maltratos y sancionar o retirar a las personas encargadas que vulneran los derechos humanos de los pacientes.
Además, prometió mostrarles las instalaciones a los medios de comunicación el próximo lunes, a las nueve de la mañana.

La Fundación de Misiones Sociales espera respuesta por parte de Petróleos de Venezuela (PDVSA) para la construcción de una granja de rehabilitación, donde los internos además de recibir atención trabajarán; y una cancha deportiva para ello requieren cerca de 600 millones de bolívares.

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